Que meter en la mochila para hacer el Camino De Santiago y otros consejos.

Estos consejos sobre qué meter en la mochila para hacer el Camino De Santiago también sirven si lo que necesitas es preparar una mochila para varios días de ruta. Al fin y al cabo, en ambos casos se trata de llevar lo imprescindible y dejar fuera los extras. Te ayudaré a decidir qué necesitas… y que te sobra.

Foto: pixabay

Voy a ir por partes para no dejarme ningún detalle atrás, de modo que si alguno de los apartados ya lo dominas, te pido que le des una lectura rápida por si acaso te aporta alguna idea nueva (Si ves que se me ha quedado algo importante atrás, por favor escríbemelo en un comentario para añadirlo al artículo)

Que mochila escoger:

Si necesitas comprar una mochila para hacer el Camino De Santiago, es importante que sea ajustable y acorde con tu estatura y tu complexión física.

Entre los consejos básicos que más he leído, siempre aconsejan una mochila que sea la mínima imprescindible, pero yo te aconsejo justo lo contrario: que cojas una grande, dentro de tu estatura y complexión. “Donde cabe lo mucho, cabe lo poco” dice el refrán, y si tienes que hacer la inversión, más vale que sea en una mochila polivalente que puedas usar cada vez que la necesites.

Más que en los pocos litros, asegúrate de que pese poco en vacío. Este punto es mucho más importante que su capacidad.

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Busca una buena mochila, que pese poco y que se adapte perfectamente a tu cuerpo en altura y anchura. Que tenga cremallera delantera completa, para poder abrirla por delante, como una bolsa de deporte.

Comprueba que  tenga  la espalda transpirable, porque al caminar con eñla colgada, siempre se transpira mucho. Al pararnos, ese acúmulo de humedad en los músculos de la espalda pueden provocarte un enfriamiento importante.
Para evitarlo, lo mejor es no quitarte la mochila en los descansos de mitad de etapa. Siéntate un rato si quieres descansar las piernas, pero siempre con ella a la espalda.

A la hora de hacer la inversión, mi consejo es que adquieras una buena mochila de unos 50/60 litros. De este modo, en invierno podrás meter la ropa más abultada, y en verano en cambio, podrás llevarla prácticamente vacía. Recuerda que no se trata de la cantidad de prendas, sino del volumen que éstas ocupan.

Para hacer el Camino De Santiago, La cantidad de ropa a llevar en épocas de calor como de frío intenso, es prácticamente la misma. La diferencia, es el grosor de las mismas.
En verano, por ejemplo, necesitarás llevar un par de  polares finos. En invierno, esos dos polares finos se transformarán en dos gruesos jerséis que te ayuden a mantener el calor con temperaturas de 2º/3ºC  o incluso menos, si hay previsto nevadas o te cae lluvia de aguanieve.

Como ves, que meter en la mochila para hacer el Camino De Santiago, tiene ciertas variaciones según la época del año, invierno o venao. Lo que nunca puede faltar, es la ropa para el agua.

Qué ropa escoger :

A la hora de pensar en las prendas que vas a meter en la mochila para hacer el Camino De Santiago, ten en cuenta estos 3 puntos importantes:

  • Vas a ser tú quien cargue con el peso.
  • No te vas a mitad del desierto. A lo largo del Camino hay pueblos, con tiendas donde podrás comprar todo lo que necesites.
  • En los albergues suele haber lavadora y secadora, de modo que podrás lavar y secar tu ropa prácticamente a diario.

Qué meter en la mochila: Prepara una mochila minimalista

–  Minimalista extremo:

Si eres de los aventureros que van a hacer muchos kilómetros y quieres cargar con el mínimo peso posible, en verano puedes apañarte perfectamente con sólo dos mudas: la puesta, y la quitada limpia que te pondrás despues de la ducha. En invierno necesitarás añadir dos mudas térmicas completas para ponerte debajo de la ropa exterior y dos jerséis abrigados.

Por supuesto de este modo, tendrás que lavar a diario la ropa que te quitas si quieres ir siempre vestido de limpio. Con una pastilla de jabón y ropa técnica, que se seca rápido, el peso y el volumen que cargará tu mochila será realmente mínimo.

Ten en cuenta que a veces, las secadoras de los albergues no funcionan, y que más de un día seguramente estará lloviendo, lo que dificultará se que seque la ropa recién lavada.. si estás dispuesto a correr el riesgo de pasar dos días con la misma ropa sudada o ponértela húmeda porque no dio tiempo a secarse desde que la lavaste, adelante. Pero no lleves nada de algodón, porque con eso estarás perdido. El algodón tarda mucho en secar.



– minimalista… pero no tanto

Si quieres llevar lo mínimo pero sin correr riesgos, plantéate llevar tres mudas: dos pares de pantalones, dos jerséis/polares finos, tres camisetas, y tres juegos de ropa interior, con los calcetines sin costuras. Con eso llevas ropa realmente suficiente. Si va a hacer calor añade un pantalón corto para después de la ducha. Para caminar es mejor el pantalón largo porque te evita picaduras de insectos y quemaduras solares.

El calzado:

Por supuesto, no se te ocurra esperar para estrenar los zapatos en tu peregrinación. Aunque ahora están muy de moda las zapatillas de treking, yo soy fan de las botas de campo de caña media o baja, tipo Chiruca. No hace falta que sean de esa marca, por supuesto. Me refiero a ese tipo de calzado. Protegen muy bien los tobillos y si las compras con membrana impermeable y traspirable (totalmente aconsejable), no te importará si llueve o metes accidentalmente los pies en un charco de barro, porque se mantendrán secos y confortables.

Ademas de las botas de caminar, lleva siempre unas chanclas de goma para proteger de hongos tus pies en las duchas. Tambien te servirán para descansar tus pies por las tardes, al finalizar la etapa. En invierno, tendrás que añadir a la mochila unas zapatillas deportivas cómodas, para ventilar las botas y descansar los pies por las tardes.

Este cambio de calzado es imprescindible sobre todo si te han salido rozaduras o ampollas por el roce de las botas en la etapa (señal de que, o no las tenías lo suficientemente “domadas”, que los calcetines hicieron una arruga, o que la costura del calcetín te fue rozando y como sólo era una pequeña molestia, no le hiciste caso.

Nunca cometas ese error:

Si al caminar notas la más mínima molestia de roce o presión, lo mejor que puedes hacer es parar, descalzarte y buscar la causa para ponerle solución. Muchas veces es algo tan simple como darle la vuelta a los calcetines y poner las costuras hacia fuera. Recuerda que todo lo que sea “una molestia”  durante el Camino, se puede complicar bastante si no lo tratamos lo antes posible.

Lo mejor es comprar el calzado que vayas a llevar dos o tres meses antes de la peregrinación y hagas bastantes salidas con ellos. De este modo, tendrás tiempo de que se adapte perfectamente a tu pie y a tu forma de caminar, y no tengas problemas. Procura que sean de tu número habitual para que se ajusten bien y ni te aprieten, ni te queden los pies sueltos dentro. De horma ancha y cómoda.

Foto: pixabay

Revisa la plantilla que trae de serie, y prueba a cambiarla por una de gel de las llamadas “de descarga”, que amortiguan la pisada. Como tienes tiempo porque los has comprado con mucha antelación, haz varias rutas con cada tipo de plantilla, para dejar puesta la que más cómoda te resulte.

Los calcetines:

Los calcetines clásicos siempre han sido los de algodón y se ponían dos pares: uno de hilo fino ajustado al pie que era el que absorbía el sudor y evitaba el roce con el interior del zapato, y otro más grueso encima, de algodón o lana (dependiendo de la temperatura) que para mayor comodidad se colocaban con las costuras hacia fuera si no venían ya así preparados. Son una buena opción y seguramente la más económica de todas.

Todo evoluciona, y ahora hay calcetines técnicos estupendos, que se ajustan perfectamente al pie y vienen preparados con acolchados en los puntos clave para prevenir la formación de ampollas. No son los más baratos, pero si una buena inversión para evitarlas. Por supuesto, están tejidos por completo sin ningún tipo de costura. En mi opinión son una inversión que merece la pena. Además, se secan muy rápido.

El saco de dormir:

Procura que sea ligero, que pese poco y que no ocupe demasiado espacio en la mochila. Como vas a dormir a cubierto, no necesitas uno especialmente grueso que te proteja del frío extremo, y en los albergues te proporcionan mantas si las necesitas.

Una funda de almohada:

Seguramente tendrás a tu disposición ropa de cama desechable (normalmente una funda de almohada y una sabana bajera de “papel”) . A pesar de eso, nunca está de más llevar tu propia funda de almohada. Pesa poco, ocupa poco y se trata de un pequeño lujo que nos hará dormir casi como si estuviéramos en nuestra propia cama.

La toalla de la ducha:

Mejor que sea de microfibra, para que pese y abulte lo menos posible. Leva dos: la normal de la ducha, y una pequeña para lavarse la cara. También nos servirá para secarnos un poco si nos llueve y nos mojamos.  En este caso, yo recomiendo llevar, en lugar de toalla, una bayeta de microfibra de rizo de las que venden para limpiar (nueva, por supuesto). La microfibra de rizo absorbe mucho mejor el agua que la lisa, y puede resultar muy útil en momentos puntuales.

Las prendas impermeables:

Lo mejor es llevar un poncho de los que cubren también la mochila y unos pantalones impermeables. De este modo, te aseguras que el agua no será un problema más allá de la molestia de no poder disfrutar de un paisaje soleado.

Viene bien llevar un sombrero de lluvia o una gorra para poner bajo la capucha del poncho. De este modo, el ala del sombrero o la visera evitarán que te caiga el agua directamente sobre la cara. Y cuando no llueva, lo puedes usar para protegerte del sol.

Si optas por un impermeable normal, de los que te pones la mochila sobre él, necesitarás una funda impermeable para la mochila. La imagen que da es mucho más estética, pero si llueve fuerte, tiene la desventaja de que el agua acabe resbalando por la espalda y se cuele entre el chubasquero y la parte interna de la mochila, mojándola, con el riesgo de que empape lo que llevas dentro.

Esto se soluciona metiendo la ropa y los componentes electrónicos: cámara de fotos, cargadores… en bolsas estancas. La de de congelados son ideales para esto. De esa forma, si la mochila se moja, al interior no le afecta.

El bastón del peregrino:

Se le llama “Bordón” y es la tradicional vara larga, tan alta o un poco más que la persona que la porta, que se utiliza como apoyo al caminar. Sirve también de ayuda para protegerse si nos sale de repente algún animal (un perro, por ejemplo) que podemos espantar con él.

Foto: TodoColección

Hoy en día, el bordón se está sustituyendo cada vez más por los bastones de treking. De aluminio y telescópicos, con dos o tres secciones. Son menos clásicos, pero mucho más cómodos, porque pesan menos y los puedes llevar  directamente en la mochila.

Qué me sobra:

El paraguas:

Hay quien lo lleva, uno pequeño de esos plegables. A mí personalmente me parece un engorro y además, cuando arrecie, no te va a servir de mucho. No te va a evitar necesitar la ropa impermeable, así que mejor déjalo en casa.

Las ampollas:

Siguiendo los consejos anterios respecto a calzado y calcetines, no tienen por qué salir, pero si lo hacen, en cuanto notes que te está saliendo, lava la zona con agua y jabón, pon un poco de desinfectante (betadine, clorexidina…) y cubre con un apósito de gel hidrosoluble especial para ampollas.

Foto: pixabay

Espero haberte resuelto todas las dudas para hacer el Camino De Santiago con toda tranquilidad. Aquí te dejo un primer artículo donde te doy detalles y consejos para organizar todos los preparativos: cómo seleccionar albergues, cómo preparar las jornadas y cómo lograr la Compostela o el certificado de kilómetros realizados.

Si tienes dudas del modo más práctico de guardar la ropa, para que la mochila vaya siempre ordenada, te dejo este vídeo de ejemplo. Lo preparé para una salida de varios días que hizo uno de mis hijos. Estoy segura de que sacarás buenas ideas de la organización de la ropa y otros enseres dentro de la mochila.

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Sobre todo, ya sabes que espero tus comentarios.

Abrazos de Pepa Tabero.

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